jueves, 26 de octubre de 2017

viernes, 14 de junio de 2013

EL SECRETO DE LA ORACIÓN CONTESTADA

EL SECRETO DE LA ORACIÓN CONTESTADA


Anatoli Levitin, historiador y escritor ruso, estuvo preso varios años en el Gulag siberiano, en donde las peticiones a Dios parecían congelarse. Pero él se fortaleció espiritualmente, y escribió: "El mayor de todos los milagros es la oración. Solamente tengo que volverme mentalmente a Dios e inmediatamente siento una fuerza que viene a mí de alguna parte, y entra en mi alma y en todo mi ser. ¿Qué es? ¿De dónde podría yo, un anciano insignificante y cansado de la vida, conseguir esa fuerza que me renueva y me salva, elevándome por sobre la tierra? Viene a mí desde afuera, y no hay fuerza en el mundo que pueda resistirla".
En esta Guía estudiaremos cómo la oración, "el aliento del alma", puede ayudarnos a tener una relación más íntima con Dios y una vida cristiana más saludable.

1. UNA CONVERSACIÓN CON DIOS
¿Cómo podemos estar seguros de que Dios nos escucha?
"Entonces me invocaréis y vendréis y ORARÉIS A MÍ, Y YO OS OIRÉ; y me buscaréis y me hallaréis porque me buscaréis de todo vuestro corazón". -- Jeremías 29:12-13. (A menos que se indique algo diferente, los textos bíblicos en esta Guía de Estudio son de la versión Reina-Valera revisada en 1960.)
¿Qué seguridad dio Jesús de que él escuchará y responderá nuestras oraciones?
"Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad y se os abrirá". -- S. Lucas 11:9.
La oración es un diálogo. Jesús promete:
"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entrará a él, y cenaré con él, y él conmigo". -- Apocalipsis 3:20.
¿Cómo es posible sentarse con Cristo a la mesa y tener una agradable conversación con él?. Primero, contándole en oración todo lo que tenemos en nuestro corazón. Segundo, escuchando cuidadosamente. A medida que meditamos en oración, Dios puede hablarnos directamente. Y cuando estudiamos su Palabra, él nos hablará a través de sus páginas.
La oración para el cristiano puede llegar a ser una forma de vida.
"ORAD SIN CESAR. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús". -- 1 Tesalonicenses 5:17-18. 
¿Cómo podemos "orar sin cesar"? ¿Tenemos que estar siempre de rodillas o repitiendo sin cesar frases de oración o ruego? Por supuesto que no. Se trata de llevar una vida tan íntima con Jesús, que nos sintamos libres de hablar con él en cualquier momento y lugar.
"No hay nada que pueda impedirnos elevar nuestro corazón en ferviente oración. En medio de las multitudes de las calles o de una sesión de negocios, podemos elevar a Dios una oración e implorar la ayuda divina... Debemos tener abierta de continuo la puerta del corazón e invitar siempre al Señor Jesús a venir a morar en nuestra alma como un huésped celestial". -El camino a Cristo, pág. 99.
Una de las mejores maneras de desarrollar esta íntima relación, es meditar mientras oramos.
"Dulce será mi meditación en él; yo me regocijaré en Jehová". -- Salmos 104:34.
Cuando ore, no presente sólo una larga lista de pedidos. Espere, escuche. Una oración corta y meditada puede enriquecer mucho su relación con Dios.
"Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros". -- Santiago 4:8.
Cuanto más nos acerquemos a Jesús tanto más podremos sentir su presencia. No se preocupe tanto de sus palabras, sino de hablar honesta y francamente con él. Cuéntele todo. Recuerde que él sufrió la agonía de la muerte para llegar a ser su Amigo más íntimo.

2. ¿CÓMO ORAR?
Cuando oramos, podemos seguir el modelo que Jesús dio en el Sermón del Monte. Él enseñó a sus discípulos el Padrenuestro para satisfacer su pedido: Enséñanos a orar".
"Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria, por todos los siglos. Amén" -- S. Mateo 6:9-13.
De acuerdo a este modelo, podemos ir a Dios como nuestro Padre, para pedirle que tome posesión de nuestros corazones. Lo buscamos para que supla nuestras necesidades físicas, para que nos perdone y para que nos dé una actitud perdonadora. Recordemos siempre que nuestra capacidad para resistir el pecado viene de Dios. La oración de Cristo concluye con expresiones de alabanza.
En otra ocasión Jesús instruyó a sus discípulos a orar al Padre en su "nombre" (S. Juan 16:23), es decir, orar en armonía con el espíritu y los principios de Jesús. Por eso es que los cristianos generalmente terminan sus oraciones diciendo: "En el nombre de Jesús, Amén". En hebreo, "amén" significa "así sea".
Aunque la oración modelo nos da una idea de cómo presentar una oración, nuestra comunicación espontánea con Dios, de corazón, es lo mejor.
Podemos orar por todo. Dios nos invita a orar por el perdón de nuestros pecados (1 S. Juan 1:9); por el aumento de nuestra fe (S. Marcos 9:24); por las necesidades de la vida (S. Mateo 6:11); por la sanidad de las enfermedades y el sufrimiento (Santiago 5:15); por el derramamiento del Espíritu Santo (Zacarías 10:1). Para él nada es demasiado pequeño para que no lo incluyamos en la oración.
"Echando TODA vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros". -- 1 S. Pedro 5:7.
Nuestro Salvador se interesa por cada detalle de nuestras vidas. Su corazón se alegra cuando nos dirigimos a él con amor y fe.

3. LA ORACIÓN EN PRIVADO
Casi todos tenemos cosas que vacilamos en compartirlas con nuestros más íntimos amigos. Por eso Dios nos invita a ir a él por medio de la oración privada, para aliviar nuestras cargas. El Todopoderoso conoce mejor que nosotros nuestros temores secretos y nuestros motivos y resentimientos ocultos. Pero necesitamos abrirle nuestro corazón. La sanidad del alma comienza cuando Jesús puede tocar nuestras heridas. ¿Se siente usted preocupado o culpable? Dígaselo al Señor. Cuando oramos, él está cerca para ayudarnos:
"Tenemos... uno que fue TENTADO EN TODO SEGÚN NUESTRA SEMEJANZA, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar el oportuno socorro". -- Hebreos 4:15-16.
¿Debemos tener un lugar especial para la oración privada?
"Cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto, y tu Padre... te recompensará en público". -- S. Mateo 6:6.
Además de orar cuando está trabajado, camina o se encuentra en una reunión social, el cristiano debe apartar un tiempo cada día para la oración personal. Haga su cita diaria con Dios en el momento en que usted pueda concentrarse mejor.

4. LA ORACIÓN EN PÚBLICO
Unirse con otros en oración crea un vínculo especial e invita al poder de Dios en gran manera.
"Porque donde están dos o tres congregados en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos". -- S. Mateo 18:20.
Lo mejor que podemos hacer como familia es tener una vida unida de oración. Enseñe a sus hijos que pueden presentar directamente a Dios sus necesidades. Se sentirán animados cuando vean que Dios responde las oraciones en los asuntos prácticos de la vida. Haga del culto de familia un momento agradable y de comunicación.

5. SIETE SECRETOS DE LA ORACIÓN CONTESTADA
Cuando Moisés oró, el Mar Rojo se abrió. Cuando Elías oró, descendió fuego del cielo. Cuando Daniel oró, un ángel cerró la boca de los leones. La Biblia nos presenta muchos ejemplos de oraciones contestadas, y nos recomienda la oración como la manera de tener acceso al poder de Dios. Jesús prometió:
"Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré". -- S. Juan 14:14.
Sin embargo, algunas oraciones parecen no ser escuchadas. ¿Por qué? Estos siete principios le ayudarán a orar más efectivamente:
a) Manténgase cerca de Cristo.
"SI PERMANECÉIS EN MÍ, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid todo lo que queréis, y os será hecho". -- S. Juan 15:7.
Si hacemos de nuestra relación con Dios y estar en contacto con él nuestra prioridad, escucharemos y buscaremos las respuestas a nuestras oraciones que, de otra manera, podrían pasar inadvertidas.
b) Confíe en Dios.
"Y todo lo que pidiereis en oración, CREYENDO, lo recibiréis". -- S. Mateo 21:22.
La fe consiste en buscar al Padre celestial confiadamente, para que supla nuestras necesidades. Si siente que le falta la fe, recuerde que nuestro Salvador hizo un milagro para un hombre desesperado que le rogó:
"Creo; ayuda mi incredulidad". -- S. Marcos 9:24.
Concéntrese en ejercitar la fe que tiene. No se preocupe por la que le falta.
c) Ríndase confiadamente a la voluntad de Dios.
"Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa CONFORME A SU VOLUNTAD, él nos oye". -- 1 S. Juan 5:14.
Recuerde que Dios desea tanto enseñarnos como darnos cosas por medio de la oración. A veces dice "no"; y otras veces nos lleva en otra dirección. La oración es un medio para estar a tono con la voluntad de Dios. Por tanto, tenemos que estar atentos a las respuestas de Dios y aprender de ellas. Es de gran ayuda recordar nuestras peticiones específicas y lo que nos ha sucedido. 
d) Espere pacientemente en Dios.
"PACIENTEMENTE ESPERE A JEHOVÁ, y se inclinó a mí y oyó mi clamor". -- Salmos 40:1.
Lo importante es mantener la atención en Dios, en su respuesta. No haga oraciones precipitadas y luego piense con temor en el problema. Espere pacientemente en el Señor. Necesitamos practicar esta disciplina.
e) No persista en el pecado.
"SI EN MI CORAZÓN HUBIESE YO MIRADO A LA INIQUIDAD, el Señor no me habría escuchado". -- Salmos 66:18.
El pecado acariciado anula el poder de Dios en nuestras vidas: nos separa de él (Isaías 59:1-2). Usted no puede persistir en el pecado y, al mismo tiempo, esperar la ayuda divina. La confesión sincera y el arrepentimiento resuelven este problema.
Si no estamos dispuestos a que Dios nos libere de nuestros malos pensamientos, palabras y acciones, nuestras oraciones no serán efectivas.
"Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites". -- Santiago 4:3.
Dios no responderá "sí" a las oraciones egoístas y faltas de sinceridad. Mantenga sus oídos abiertos a la ley de Dios, cumpla su voluntad, y él escuchará sus peticiones.
"El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable". -- Proverbios 28:9.
f) Sienta la necesidad de Dios.
Dios responde a los que piden su presencia y poder en sus vidas.
"Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". -- S. Mateo 5:6.
g) Persista en la oración.
Jesús enseñó la necesidad de insistir en nuestras peticiones con la historia de una viuda persistente que siempre se presentaba ante un juez con su petición. Finalmente, el juez cansado, dijo: "Sin embargo, porque esta viuda me es molesta, le haré justicia". Y Jesús concluyó, diciendo: "¿Acaso no hará Dios justicias a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Se tardará en responderles?" (S. Lucas 18:5-7).

6. LOS ÁNGELES MINISTRAN A LOS QUE ORAN EN SUS NECESIDADES
El salmista se regocijaba porque sus oraciones fueron contestadas:
"Busqué a JEHOVÁ, y él me oyó, y me libró de todos mis temores... El ángel de JEHOVÁ acampa en derredor de los que le temen, y los defiende". -- Salmos 34:4, 7.
Cuando oramos, Dios envía a sus ángeles para responder nuestras oraciones (Hebreos 1:14). Las Escrituras enseñan que cada hijo de Dios tiene un ángel guardián:
"Mirad que no menospreciéis a uno de estos pequeños; porque os digo que SUS ÁNGELES en los cielos ven siempre el rostro de mi Padre que está en los cielos". -- S. Mateo 18:10.
Descubra el poder de la oración en su vida personal. La Biblia dice:
"El Señor está cerca. Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús". -- Filipenses 4:5-7.

7. EL ESTILO DE VIDA CRISTIANO
La Biblia describe un distintivo estilo de vida cristiano. De acuerdo a Efesios 4:22-24, el cristiano debe "despojarse" del viejo estilo de vida que es "conforme a los deseos engañosos", y "vestirse" del nuevo estilo de vida que es "creados según Dios".
Para triunfar, fije "los ojos en Jesús" hoy y podrá ser parte de la celebración de la victoria final, cuando la paz de Cristo reine para siempre.

Derechos reservados © 2002 The Voice of Prophecy Radio Broadcast
Los Angeles, California, U.S.A.

jueves, 27 de septiembre de 2012






  Depuradora Verdad


1 Pedro 1:22 (ERV)
Os habéis hecho puro obedeciendo a la verdad. Ahora usted puede tener un verdadero amor por sus hermanos y hermanas. Así que se aman profundamente, con todo tu corazón.
Meditación
Peter lanza con otro de los beneficios de la verdad de Dios - nos purifica. Desde la perspectiva de la Biblia, somos el producto de un mal ambiente y mala herencia. El pecado está a nuestro alrededor y en nosotros. Pero, según Pedro, nos movemos hacia la pureza al obedecer la verdad. Entonces podremos lograr un verdadero amor a los demás, la segunda de Jesús mandamiento más grande, después de amar a Dios. Una vez más, se trata de un gran paso de conocer la verdad para obedecerla. Pero la verdad de Dios está siempre basado en la obediencia. Dios siempre espera que aprendan haciendo, y cuanto antes, mejor.
Oración
Señor, yo siempre quise amar a los demás y ahora veo que obedecer su verdad es la forma en que yo lo hago con todo mi corazón. Amen.

Conciencia.net

Conciencia.net

martes, 25 de septiembre de 2012

Pensando en volver a tu antigua vida


Pensando en volver a tu antigua vida

por Enrique Monterroza

A veces se nos olvida que somos peregrinos en este mundo, que nuestra ciudadanía no es terrenal sino celestial. (Filipenses 3:20)
Se supone que cuando permitimos que Jesús entrara en nuestro corazón renunciamos a nuestra vieja manera de vivir, comenzando así un proceso que durara hasta que Cristo venga o hasta el día que partamos de este mundo. Pero lastimosamente en muchas ocasiones después de haber abandonado el mundo, seguimos viendo de reojo lo que allí sucede y deseando en ocasiones ser parte de el.
Cuando Dios advirtió a Lot sobre que iba a destruir Sodoma y Gomorra le dio instruccionesespecificas de NO VOLVER A VER HACIA ATRÁS, de escapar por su vida. De todos es conocido que la esposa de Lot echo un vistazo a lo que estaba dejando y se convirtió instantáneamente en una estatua de sal: “Entonces la mujer de Lot miró atrás, a espaldas de él, y se volvió estatua de sal.” Génesis 19:26 (Reina-Valera 1960).
Cuando Dios nos saca de un lugar de perdición lo menos que Él quiere es que volvamos a ver hacia atrás o que deseemos lo que allá hacíamos o peor aun amemos lo que antes hacíamos o teníamos.
El pueblo de Israel también fue castigado por Dios por recriminar que estaban mejor en Egipto, olvidando que allí eran esclavos y eran maltratados, pero parece ser que cuando nos sentimos un poco cómodos somos capaces de reclamar a Dios cosas de las cuales no tendríamos derecho a reclamar. Su amor por su vida en Egipto y sus desobediencias y falta de fe los llevo a vagar por cuarenta años en el desierto antes de llegar a la tierra prometida.(Números 14:33)
Hay un personaje en la Biblia que ayudaba al Apóstol Pablo en su labor misionera, es mencionado solo tres veces en la Biblia y las tres veces se refiere a actos misioneros, pero llego un momento en donde este personaje llamado Demas tomo la decisión de dejar sólo a Pablo porque amo más las cosas del mundo, la Biblia lo narra de la siguiente manera:“Demas me ha abandonado y se ha ido a la ciudad de Tesalónica, pues ama demasiado las cosas de este mundo. Crescente se fue a la región de Galacia, y Tito a la de Dalmacia.” 2 Timoteo 4:10 (Traducción en lenguaje actual).
Es triste cuando después de haber conocido el amor incomparable de Dios, decidimosregresar a ese pozo cenagoso, regresar a nuestra antigua vida despreciando así todo lo queDIOS hizo por nosotros.
La Biblia es muy directa en describir lo que pasa después de haber conocido a Dios y regresarse a vivir al estilo del mundo: “Y cuando la gente escapa de la maldad del mundo por medio de conocer a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pero luego se enreda y vuelve a quedar esclavizada por el pecado, termina peor que antes. Les hubiera sido mejor nunca haber conocido el camino a la justicia, en lugar de conocerlo y luego rechazar el mandato que se les dio de vivir una vida santa. Demuestran qué tan cierto es el proverbio que dice: «Un perro vuelve a su vómito». Y otro que dice: «Un cerdo recién lavado vuelve a revolcarse en el lodo».” 2 Pedro 2:20-22 (Nueva Traducción Viviente).
¿Cómo esta nuestra amor por Dios? ¿Cómo están nuestros ánimos de seguir negándonos a nosotros mismos para seguir cada día a Jesús?, ¿Será que estamos amando más a Dios que al mundo?, ó ¿Será que estamos amando más al mundo que a Dios?
Cada uno de nosotros somos responsables de nuestra manera de vivir, no podemos pasarnos  la vida echándole las culpas a otro de nuestro estado espiritual, cada uno fuimos llamados a vivir una RELACIÓN PERSONAL con Dios y somos responsables por mantener esa comunión diaria con Él, pero cuando las cosas del mundo comienza a atraernos más y comienzan a quitarle el lugar a Dios en nuestras vidas, entonces vamos directo a un precipicio que lo único que nos traerá es dolor y hasta muerte espiritual.
¡Vivamos cada día amando al Señor!, negándonos a nosotros mismos, negándonos a nuestros deseos engañosos, negándonos a lo que quisiéramos hacer, pero que ahora no lo hacemos porque amamos más a Dios que a cualquier otra cosa.
Demostremos el amor que tenemos y sentimos por Dios siendo FIELES hasta en lo que consideramos poco, para que cuando lleguen las pruebas difíciles podamos seguir manteniéndonos fieles a Él y con ello conseguir una sonrisa de agrado de Dios hacia nosotros.
¿Has estado pensando regresar a tu vida antigua? ¡Muy mala decisión!, nada ni nadie te dará lo que Dios te ha dado y tú lo sabes muy bien, por lo tanto ¡Reflexiona sobre tus decisiones y vuélvete a Dios!, Él jamás se ha olvidado de ti, no esta enojado contigo, no esta decepcionado de ti, al contrario, ahora mismo esta con los brazos abiertos esperando que salgas hacia Él para recibir su perdón y que Él pueda comenzar una restauración total en tu vida.

Dios te ama con un amor puro y sincero, por lo tanto: ¡Vuélvete a Él!

Escrito el 23 de Septiembre de 2012
Escrito originalmente para www.destellodesugloria.org 

lunes, 24 de septiembre de 2012

Jesucristo o Jesús de Nazaret




Jesucristo  Jesús de Nazaret

Jesús de Nazaret, también conocido como Jesús, Cristo o Jesucristo, es la figura central del cristianismo y una de las figuras más influyentes de la cultura occidental. Para la mayoría de las denominaciones cristianas, es el Hijo de Dios y, por extensión, la encarnación de Dios mismo. Su importancia estriba asimismo en la creencia de que -con su muerte y posterior resurrección- redimió al género humano. El judaísmo niega su divinidad, que es incompatible con su concepción de Dios. En el islam, donde se lo conoce como Isa, es considerado uno de los profetas más importantes.
Según la opinión mayoritariamente aceptada en medios académicos, basada en una lectura crítica de los textos sobre su figura,1 Jesús de Nazaret fue un predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea, y fue crucificado en Jerusalén en torno al año 30, bajo el gobierno de Poncio Pilato.
Lo que se conoce de Jesús depende en buena parte de la tradición cristiana, especialmente de la utilizada para la composición de los Evangelios sinópticos, redactados, según opinión mayoritaria, unos 30 o 40 años, como mínimo, después de su muerte. La mayoría de los estudiosos considera que mediante el estudio de los evangelios es posible reconstruir tradiciones que se remontan a contemporáneos de Jesús, aunque existen grandes discrepancias entre los investigadores en cuanto a los métodos de análisis de los textos y las conclusiones que de ellos pueden extraerse. Existe una minoría que niega la existencia histórica de Jesús de Nazaret.


Robinson Guzmán T. No.107   240912   España  E-Mail.: jesucristoreyporsiempre@gmail.com

Solamente Administradores

Solamente  Administradores

El líder maduro va a buscar siempre lo que más le conviene a su gente, aun cuando esto le quite «prestigio» a su propio ministerio.

Texto Bíblico base: Juan 3.26-27

Hacía 400 años que no se había visto en Israel un profeta con un mensaje como el de Juan el Bautista. Su aparición, a orillas del río Jordán, rápidamente atrajo a personas de toda la región. Con el pasar de los días y las semanas, grandes multitudes acompañaban al profeta.

Todo esto cambió cuando apareció el Mesías. Con su llegada, había concluido la misión del Bautista, y al poco tiempo las multitudes acompañaban a Aquel que había sido bautizado por el profeta. Los más leales seguidores de Juan veían con tristeza como la gente lo abandonaba y se le acercaron para instarlo a tomar cartas en el asunto. Detrás del reclamo de los discípulos de Juan está la convicción implícita de que Jesús se estaba robando la gente que el profeta había ganado con su propia predicación.

En la respuesta de Juan vemos una de las razones por las cuales Cristo elogió tan profundamente su vida. Juan entendía que uno persona no se «gana» las cosas por sus propios méritos, ni tampoco con sus esfuerzos. Todo lo que recibió vino del Padre, cuyo corazón es uno de inmensa misericordia. Las multitudes le fueron prestadas por un tiempo, pero que en cualquier momento el Padre podía quitárselos porque no eran, en definitivas, del profeta sino de Dios. Por esta razón no opuso resistencia, ni tampoco se llenó de amargura cuando la gente empezó a congregarse alrededor del Cristo.

Muchas veces, como pastores, actuamos como si las vidas de las personas nos pertenecieran. Nos tomamos el atributo de poder imponerles nuestros planes y gustos, y decidimos sobre ellos como si fuéramos sus amos. La gente, sin embargo, se resiste a este tipo de trato y bien pronto demostrarán su insatisfacción.

Cuán diferente era la actitud de Juan. Lejos de amargarse, el profeta actuó con el desprendimiento y la generosidad de quien tiene los mejores intereses para los demás en su corazón. ¡Cómo oponerse a la fuga de las personas, si les convenía mil veces estar cerca de Cristo y no de él!

El líder maduro va a buscar siempre lo que más le conviene a su gente, aun cuando esto le quite «prestigio» a su propio ministerio. Tendrá siempre presente que, así como los hijos le son confiados a los padres por unos años, también su gente le ha sido prestada por un tiempo . Tienen libertad para moverse y actuar conforme a lo que entienden que es la voluntad de Dios para sus propias vidas. Aun cuando se equivoquen, el líder respetará esa libertad que Dios también le ha otorgado a él mismo.

Autor: Christopher Shaw. Producido y editado por Desarrollo Cristiano Internacional para DesarrolloCristiano.com. Copyright ©2008 por Desarrollo Cristiano, todos los derechos reservados.

LA BIBLIA


La Biblia (del griego τα βιβλία, ta biblía, ‘los libros’) es el conjunto de libros canónicos del judaísmo y el cristianismo. La canonicidad de cada libro varía dependiendo de la tradición adoptada. Según las religiones judía y cristiana, «transmite la palabra de Dios». La Biblia, o al menos parte de ella, se encuentra traducida a 2 303 idiomas.

Etimología

La palabra Biblia se origina, a través del latín, en la expresión griega τὰ βιβλία τὰ ἅγια (ta biblía ta hágia; ‘los libros sagrados’), acuñada por vez primera en el Primer libro de los macabeos 12:9, siendo βιβλία plural de βιβλίον (biblíon, ‘papiro’ o ‘rollo’ y, por extensión, ‘libro’).2 Se cree que este nombre nació como diminutivo del nombre de la ciudad de Biblos (Βύβλος, Byblos), importante mercado de papiros de la antigüedad.3 No obstante, dado que «Biblos» solo con dificultad podría ser un préstamo del nombre original de dicha ciudad en fenicio, «Gubla», existe la posibilidad de que fuera la ciudad la que recibiera su nombre griego a partir del término que designaba a la planta de papiro, y no al revés.4
Dicha expresión fue empleada por los hebreos helenizados (aquellos que habitaban en ciudades de habla griega) mucho tiempo antes del nacimiento de Jesús de Nazaret para referirse al Tanaj o Antiguo Testamento. Muchos años después empezó a ser utilizada por los cristianos para referirse al conjunto de libros que forman el Antiguo Testamento así como los Evangelios y las cartas apostólicas, es decir, el Nuevo Testamento. Para ese entonces ya era común utilizar únicamente el primer sintagma, τὰ βιβλία, a manera de título.
Ya como un título, se empezó a utilizar en latín biblia sacra (‘los libros sagrados’), sin artículo dado que éste no existía en latín. Sin embargo, al ser Biblia un cultismo en latín, acabó pasando de considerarse un neutro plural a un femenino singular («la sagrada Biblia»), entendiendo ya Biblia como el nombre propio de todo el conjunto. A través del latín se derivó a la gran mayoría de las lenguas modernas.

Historia

La Biblia es una compilación de textos que en un principio eran documentos separados (llamados «libros»), escritos primero en hebreo, arameo y griego durante un periodo muy dilatado y después reunidos para formar el Tanaj (Antiguo Testamento para los cristianos) y luego el Nuevo Testamento. Ambos testamentos forman la Biblia cristiana. En sí la Biblia fue escrita a lo largo de aproximadamente 1 000 años (entre el 900 a. C. y el 100 d. C.). Los textos más antiguos se encuentran en el Libro de los Jueces («Canto de Débora») y en las denominadas fuentes "E" (tradición elohísta) y "J" (tradición yahvista) de la Torá (llamada Pentateuco por los cristianos), que son datadas en la época de los dos reinos (siglos X a VIII a. C.). El libro completo más antiguo, el de Oseas es también de la misma época. El pueblo judío identifica a la Biblia con el Tanaj, no consintiendo bajo ningún concepto el término Antiguo Testamento y no acepta la validez del llamado Nuevo Testamento, reconociéndose como texto sagrado únicamente al Tanaj.
El canon de la Biblia que conocemos hoy fue sancionado por la Iglesia católica, bajo el pontificado de san Dámaso I, en el Sínodo de Roma del año 382, y esta versión es la que Jerónimo de Estridón tradujo al latín. Dicho canon consta de 73 libros: 46 constitutivos del llamado Antiguo Testamento, incluyendo 7 libros llamados actualmente Deuterocanónicos (Tobit, Judit, I Macabeos, II Macabeos, Sabiduría, Eclesiástico y Baruc) ―que han sido impugnados por judíos y protestantes― y 27 del Nuevo Testamento. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el año 393, y ratificado en los Concilios III de Cartago, en el año 397, y IV de Cartago, en el año 419.
Cuando reformadores protestantes lo impugnaron, el canon católico fue nuevamente confirmado por decreto en la cuarta sesión del Concilio de Trento del 8 de abril de 1546. Ninguna de estas decisiones fue reconocida ni asumida por muchos protestantes, surgidos a partir del siglo XVI, ni por distintas denominaciones vinculadas al protestantismo surgidas a partir del siglo XIX. El canon de las Biblias cristianas ortodoxas es aún más amplio que el canon de las Biblias católicas romanas, e incluye el Salmo 151, la Oración de Manasés, el Libro III de Esdras y el Libro III de los Macabeos. En adición a estos, el Libro IV de Esdras y el Libro IV de los Macabeos figuran, asimismo, como apéndices en muchas importantes versiones y ediciones de la Biblia cristiana ortodoxa.
El Antiguo Testamento narra principalmente la historia de los hebreos y el Nuevo Testamento la vida, muerte y resurrección de Jesús, su mensaje y la historia de los primeros cristianos. El Nuevo Testamento fue escrito en lengua griega koiné. En él se cita con frecuencia al Antiguo Testamento de la versión de los Setenta, traducción al griego del Antiguo Testamento realizada en Alejandría (Egipto) en el siglo III a. C.

La Biblia es para los creyentes la palabra de Dios por ser indudable para estos su inspiración divina. Es un libro eminentemente espiritual y habla sobre la historia de la humanidad, su creación, su caída en el pecado y su salvación, que expone cómo el Dios creador se ha relacionado, se relaciona y se relacionará con el ser humano. De igual forma, la Biblia expone los atributos y el carácter de Dios.
Para los creyentes, la Biblia es la principal fuente de fe y doctrina en Cristo. En el siglo XVI los diferentes movimientos de la Reforma Protestante comenzaron a experimentar un alto desgaste en discusiones filosóficas y a separarse unos de otros; para menguar este problema se definió el principio llamado "sola escritura", que significa que solamente la Biblia puede ser considerada fuente de doctrina cristiana. Para la Iglesia Católica Romana, además de la Biblia, también son fuente doctrinal la tradición, las enseñanzas de los Padres de la Iglesia (discípulos de los apóstoles), y decisiones emanadas de concilios. Esta divergencia entre cristianos se intensificó después de 1870, cuando el papa Pío IX declaró que ―como único «sucesor de Pedro», y, consecuentemente, «custodio y depositario de las llaves del Reino de los Cielos»― era infalible en asuntos de fe, moral y doctrina cristiana (dogma de la infalibilidad papal). Mientras que los cristianos protestantes rechazan esta aseveración y consideran como cabeza única de la iglesia a Jesucristo. Para ambas partes esta gran diferencia ya no es considerada tan solo en términos filosóficos o religiosos, sino como designios divinos plasmados y asentados en la Biblia misma.
Para los judíos ortodoxos, por supuesto, el Nuevo Testamento no tiene validez. El rabínico considera como fuente de doctrina el Talmud, mientras los caraítas defienden desde el siglo VIII el Tanaj como única fuente de fe.

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sábado, 23 de mayo de 2009

Terminar bien la carrera

Terminar bien la carrera     
por Esly Regina Carvalho

¿Cómo se hace para terminar bien la carrera cristiana? A lo largo de los años todos hemos visto a muchos líderes prometedores contribuir significativamente a la extensión del Reino. No obstante, algo ocurrió en sus vidas que les impidió terminar bien. Es importante que le demos mayor consideración a esta cuestión fundamental...

¿Cómo se hace para terminar bien la carrera cristiana? Con el pasar de la vida he tenido que darle cada vez mayor consideración a esta cuestión fundamental. A lo largo de mis años de ministerio he visto a muchos líderes prometedores contribuir significativamente a la extensión del Reino. No obstante, algo ocurrió en sus vidas que les impidió terminar bien. Esto me ha llevado a buscar la respuesta a la pregunta: ¿cómo hago para terminar bien mi carrera?, ¿cómo debo vivir hoy para llegar bien al último tramo de mi vida? Estas son algunas de las áreas que, según creo, debemos cuidar:

Empezar bien

Debemos, primeramente, empezar bien. No se puede subestimar la importancia de un buen discipulado, de conocer la Biblia, de cultivar una vida de integridad. Lamentablemente, en muchas ocasiones las personas conocen al Señor y en seguida son colocadas en posiciones de liderazgo sin que estén preparadas para esta responsabilidad. Empezar así es una receta segura para el fracaso. Para llevar la delantera, uno debe aprender a seguir; para ser líder, uno debe aprender a servir.

Empezar bien requiere además que tomemos decisiones sobre cuestiones fundamentales de la integridad: ¿seremos fieles en lo poco?, ¿manejaremos con honestidad el dinero?, ¿seremos sabios en el uso del tiempo?, ¿cuidaremos nuestra relación con la familia, con nuestro cónyuge? Dios nos estará mirando y evaluando en estas áreas. A veces, sin embargo, pensamos que estas cosas se pueden «dejar para más adelante», mientras intentamos afianzarnos en el ministerio. Empero, la urgencia de lo inmediato se irá «comiendo» nuestras prioridades y la persona que no ha pensado cuidadosamente sobre estos temas de seguro naufragará tarde o temprano. Lo que somos cuando nadie nos está mirando afectará dramáticamente nuestro futuro como líderes, pues el enemigo estará buscando, precisamente en ese ámbito, su oportunidad para destruir nuestro testimonio.

Caminar con él

En segundo lugar, hemos sido llamados a cultivar nuestra intimidad con Dios. Nada nos hará caer más rápido que la falta de una relación significativa con él. Los líderes suelen ser personas muy capaces, en términos humanos. Pueden hacer muchas cosas con sus propias fuerzas. Solamente con el pasar del tiempo se van a dar cuenta de que el Espíritu de Dios no está presente como podría estarlo cuando el ministerio está cimentado en una relación sólida con Dios. No podemos parecernos a Jesús si no estamos pasando tiempo con él.

¡Existen demasiados líderes que confunden el trabajar en el ministerio con la intimidad con Dios! El gran mandamiento no nos ordena trabajar para el Señor, sino a amar a Dios por encima de todas las cosas. Así, de todos los compromisos que pueden afectar la forma en que terminamos la carrera, ninguno será tan fundamental como este.

Mantener las prioridades

Debemos buscar del Señor cuáles son Sus prioridades para nuestras vidas, nuestro matrimonio, nuestro ministerio y este momento particular de vida que nos toca vivir. Una vez que las hayamos establecido, él nos llama a que seamos fieles en mantenerlos hasta que él mismo no nos indique otra cosa. De otro modo corremos con el peligro de andar tras lo que se nos presente en el camino, como el dinero, el prestigio y el poder. Todo esto acabará, eventualmente, con nuestra vida y ministerio.

Poner los ojos en la llegada

Debemos asumir el compromiso de terminar bien. Esto parece algo muy obvio, no obstante, muchas personas no piensan que es necesario pensar en esto mientras estamos en la carrera. Sin embargo, si ponemos la vista en la meta, en los momentos más duros de la carrera siempre podremos evitar decisiones equivocadas. Esto será particularmente importante en dos áreas de la vida:

1. Las tentaciones. La Biblia nos enseña a ¡huir de las tentaciones! La persona que pasa tiempo mirando las vitrinas de Satanás, acabará entrando para comprar algo. Es mejor evitar «sus tiendas». Alcanza y sobra con las tentaciones que la vida pondrá en nuestro camino sin salir a buscar desafíos adicionales, exponiéndonos innecesariamente a las artimañas del enemigo. Debe resaltarse sin embargo que solamente lograremos vencer las tentaciones con el poder, el discernimiento y la fortaleza que vienen de lo alto. De nada nos servirá asumir el rol de súper-héroes espirituales, pues quien subestima el peligro de las tentaciones se abrirá al fracaso.

2. Evitar la apariencia del mal. Muchos cristianos piensan que si hacen las cosas con inocencia no hay ningún mal en esto, pero la Biblia afirma que debemos evitar hasta la apariencia del mal. Quizás otros nos tildarán de «cuadrados», pero yo prefiero terminar la carrera siendo «cuadrada» (como han considerado muchos a Billy Graham en su afán de mantener la integridad) que «redonda», como otros que han caído en inmoralidad.

Perseverar

Nuestro compromiso debe ser seguir adelante, incluso cuando aparentemente no tenga sentido hacerlo. Todos experimentamos etapas en la vida en las cuales no entendemos lo que Dios está haciendo con nosotros. Todos pasamos por momentos de tribulaciones, tal como Jesús nos lo anunció. En esos momentos luchamos con la fidelidad al Señor y cuestionamos su bondad hacia nosotros. Nos preguntamos: «¿puedo seguir adelante aunque no tiene sentido lo que me está pasando?, ¿puedo avanzar aun cuando mi corazón está quebrantado por el peso del dolor?, ¿es posible seguir aun cuando siento que no podré aguantar el peso siquiera de una última gota?». Empero, en los momentos que nos sentimos tentados a buscar otra solución o alternativa, debemos abrazarnos a la convicción de que solamente Jesús tiene palabras de vida. Dios es fiel y su fidelidad y sabiduría nos llevan a pasar por los momentos más duros.

Vivir para él

La carrera a la que hemos sido llamados solamente podremos correrla si poseemos un corazón totalmente entregado a Dios. Una casa dividida no puede mantenerse en pie, ni se puede servir a dos señores. Aunque muchas veces hemos intentado «tener un pie de cada lado», la palabra claramente nos revela que existen solamente dos posturas en la vida: somos totalmente del Señor o somos totalmente del enemigo. Realmente no existe la forma de mantenerse entre dos mundos. Tarde o temprano vamos caer a un lado del muro o al otro; es solamente una cuestión de tiempo.

Cuidar el llamado

De vez en cuando es bueno que volvamos a nuestro llamado original. En esos momentos, debemos preguntarnos: «¿estoy haciendo aquello que Dios me llamó a hacer?», «¿estoy siendo transformado cada vez más a la imagen de Jesús?», «cuál es el fruto de mis manos?». La Biblia dice que seremos conocidos por nuestro fruto, no por nuestra actividad o por lo apretado de nuestra agenda. Entonces, cuando terminemos la carrera se debe poder identificar un claro legado para las próximas generaciones. Esto significa que nuestro llamado debe concentrarse en levantar obreros que van a seguir la obra del Señor cuando nosotros ya no estemos presentes.

Yo estoy convencida de que en esta etapa de mi vida una parte esencial de mi llamado es compartir, transmitir y enseñar todo aquello que me llevó tantos años aprender. Cuando llegue el día de partir para el hogar, con Jesús, quisiera poder mirar para atrás y ver una multitud de personas llevando adelante el ministerio en el cual Dios me permitió ser pionera. Sin embargo, para llegar a este punto, he asumido el compromiso y estoy concentrada en formar una nueva generación de «ministros de la reconciliación». Quisiera que otros aprendan todo lo que yo sé, todo lo que he cultivado en el ministerio. Anhelo además un estilo de enseñanza en el que no busque guardar para mí los «secretos de la profesión». No solamente esto, sino que también deseo que los que sean formados puedan tomar mi experiencia y hacerla suya, con sus propias particularidades, y agreguen a ella sus propias vivencias. De este modo ellos podrán, eventualmente, bendecir a otras personas a su manera, con su propio estilo de ministerio.

Ser imitadores

Finalmente, creo que la carrera demanda de nosotros que busquemos imitar los buenos ejemplos de otros que también han corrido exitosamente la carrera. Seguramente podemos pensar en muchos casos de personas que fueron llamadas, pusieron la mano en el arado y, luego, miraron para atrás. No obstante, los buenos ejemplos son los que más impactan nuestra vida, pues no se puede vivir simplemente con la filosofía de evitar los errores que otros cometieron. Yo he sido muy afortunada en que mis cuatro abuelos fueron creyentes y cada uno de ellos terminó bien la carrera. Aunque eran personas muy sencillas, estaban profundamente comprometidas con el Señor. No fueron famosos. No escribieron libros. No dejaron grandes fortunas materiales. No obstante, me dejaron un incomparable legado: cómo terminar bien.

Descanso Útil



DESCANSO UTIL
 Por John R. Stott

¿Cómo podemos, en medio de todas estas presiones que nos acosan, sobreponernos al desánimo, y también mantener la frescura espiritual? Personalmente, estoy convencido de que la raíz del estancamiento es, con frecuencia, la falta de autodisciplina.

El estancamiento es hoy uno de los problemas más comunes del liderazgo cristiano, aún más grave que el desánimo. Cuando perdemos la frescura espiritual, nuestra visión empieza a desvanecerse y hasta puede disminuir nuestra fe; la gloria del evangelio puede empañarse al grado de que ya no nos emocione, no haya brillo en nuestros ojos, ni entusiasmo en nuestra acción. Entonces, empezamos a parecer agua estancada en lugar de riachuelos. ¿Cómo podemos, en medio de todas estas presiones que nos acosan, sobreponernos al desánimo, y también mantener la frescura espiritual? Personalmente, estoy convencido de que la raíz del estancamiento es, con frecuencia, la falta de autodisciplina.

Quiero señalar tres tipos de disciplina: la primera es la disciplina del descanso y la relajación; la segunda es de administración del tiempo, y la tercera está relacionada con la vida devocional. En este número de Apuntes Pastorales publicamos la primera de las disciplinas.

La disciplina del descanso y la relajación

Los seres humanos somos criaturas extremadamente psicosomáticas. De hecho, somos criaturas pneumato-psico-somáticas, porque somos cuerpo, mente y espíritu. No es fácil entender la interrelación entre estas áreas, pero sabemos que la condición de una incumbe a las otras. La condición del cuerpo afecta de manera particular nuestra vida espiritual. A veces, cuando me consultan por un problema espiritual, advierto que la solución para esa persona es tomarse una semana de vacaciones. Cuando estamos con ganas de predicar acerca de Jesucristo, y además nos sentimos bien físicamente, las cosas resultan más fáciles. Por eso es necesaria la disciplina del descanso.

En primer lugar, es necesario tomarse un poco de tiempo para uno mismo. Algunos líderes cristianos son trabajadores compulsivos: piensan que si no trabajan mañana, tarde y noche, no son buenos siervos de Dios. Ponen a Jesús como modelo, diciendo que Jesús siempre estuvo disponible a todas horas. Pero al afirmar esto, muestran que su conocimiento de la Biblia deja mucho que desear, porque Jesús no estaba disponible a todas horas.

Quisiera darles a los trabajadores compulsivos el mensaje de Marcos 6.45: «En seguida hizo a sus discípulos entrar en la barca e ir adelante de él a Betsaida, en la otra ribera, entre tanto que él despedía a la multitud». Despidió a la multitud, para poder descansar y orar. Por lo tanto, no debemos sentirnos culpables de tomar algunos periodos de descanso.

Por mi parte, estoy muy agradecido por la siesta, jamás no podría levantarme temprano si no tomara una siesta por la tarde. Recuerdo muy bien cuando visité por primera vez América Latina. Había estado viajando por el continente, y en ese momento me encontraba en Argentina. Durante la última presentación pública en Buenos Aires, alguien me preguntó si había aprendido algo en América Latina. Rápidamente contesté que había adquirido tres valiosas lecciones: la primera era el gran beneficio de la siesta; la segunda era que estaba arrepentido del vicio inglés de la puntualidad, y en tercer lugar, me gustaba el gesto cálido de besar al saludar. Agregué que al regresar a Londres, tendría que olvidarme de dos de ellas… pero he mantenido la costumbre de la siesta. Aunque nuestras necesidades varían de acuerdo con nuestros temperamentos, todos precisamos un tiempo adecuado para dormir y descansar.

También deberíamos tomarnos un día de descanso a la semana; me temo que yo mismo a veces no lo hago, pero creo que debemos obedecer con más fidelidad el cuarto mandamiento; si no lo hacemos, estamos afirmando tener mayor sabiduría que Dios, ya que él nos hizo de manera que necesitamos el ritmo de un día de descanso cada siete. Durante la Revolución Francesa, el ser humano trató cambiar esto, y lo intentó nuevamente en 1917, después de la revolución rusa, pero el experimento de hacer semanas de nueve o diez días fracasó. Dios sabía lo que hacía cuando nos dio un día de descanso cada siete, y no debemos pretender que tenemos mayor sabiduría que él.

En segundo lugar, quiero referirme a las actividades recreativas, y a los pasatiempos. Probablemente cada uno de nosotros guste de practicar algún deporte, y eso es excelente, ya que nos da la oportunidad de hacer actividad física con nuestros amigos. Pero también es importante que tengamos un pasatiempo. Una alternativa podría ser interesarnos por algún aspecto de la naturaleza. Los cristianos evangélicos tenemos una buena doctrina de la redención, pero no de la creación. Me gustaría animarle a observar pájaros, por ejemplo. Quienes practican esta forma de esparcimiento difícilmente sufren colapsos nerviosos, ya que esta práctica permite hacer ejercicio y respirar aire puro. No encuentro palabras para describir la magia de las primeras horas de la mañana, después de la salida del sol, cuando he ido a disfrutar de la vista, los sonidos y los olores de la naturaleza; es una experiencia incomparable, y además mantiene ocupada la mente, alejándola de las presiones del trabajo. También ayuda a meditar acerca de la complejidad y la belleza de la creación de Dios. En cuento sea posible, nuestro pasatiempo debe hacerse al aire libre.

En tercer lugar, pero no menos importante, tenemos la familia y los amigos. Por lo general reconocemos que en nuestro círculo familiar nos aman y nos aceptan, por lo que podemos relajarnos. Los casados nunca deben olvidar que es vital dedicar suficiente tiempo a sus familias
Siempre he admirado a mi sucesor como rector de la iglesia «All Souls», en Londres. Michael Baughn es un padre de familia maravilloso. Él y su esposa son muy felices, tienen tres hijos, que ya son adultos, y resultan un ejemplo de vida familiar cristiana. Michael se propuso estar siempre con su familia durante la cena. Esto lo decidió cuando sus hijos eran pequeños, y seguramente cenaban temprano. No importaba qué estuviera haciendo, él dejaba todo para ir a cenar con su familia.

Todos necesitamos también amigos fuera del círculo familiar, especialmente si somos solteros. Es bueno orar por nuestros «amigos del alma», pues son personas con quienes podemos compartir profundamente nuestras experiencias espirituales. Me pregunto si valoramos suficiente el regalo de Dios de la amistad.

¿Cómo completarían el siguiente versículo, escrito por Pablo?: «Porque de cierto, cuando vinimos a Macedonia, ningún reposo tuvo nuestro cuerpo, sino que en todo fuimos atribulados; de fuera, conflictos; de dentro, temores. Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con…» ¿Con qué?, ¿cómo termina el versículo?, ¿cómo consoló Dios a Pablo cuando estaba cerca del colapso? Los cristianos «súper espirituales» probablemente dirían: «Dios los consoló con la presencia de Jesús», pero no es así como continúa Pablo. Él «nos consoló con la venida de Tito», con la llegada de un amigo cercano y las noticias que él traía. Dios utiliza esta necesidad humana de la amistad para consolarnos.

Tenemos otro ejemplo de Pablo, al final de su segunda carta a Timoteo: parece que está en la prisión de Mamertina, en Roma, donde no había ventanas sino solamente unas pequeñas aberturas circulares en el techo, por las que entraba luz y se ventilaba la celda. Pablo saldría de esa prisión solo para su ejecución. Fue entonces cuando confesó: «He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe». Él se encontraba en la plenitud de su madurez, al final de su vida; sin embargo, se sentía solo; era un gran cristiano, maduro, pero solo. Entonces escribió acerca de la presencia de Dios en el capítulo 4 («Pero el Señor estuvo a mi lado, y me dio fuerzas») y acerca de la esperanza de la segunda venida de Jesús, pero ninguna de estas dos verdades teológicas le quitaron el sentimiento de soledad. Después, en el versículo 9, anota «procura venir pronto a verme» y en el versículo 21: «procura venir antes del invierno». Pablo también le pidió al joven discípulo su capa porque tenía frío.

Lo anterior nos hace ver que Pablo era un gran cristiano, pero también era muy humano y no temía admitir su necesidad de la compañía de sus amigos.

En síntesis, necesitamos tomar tiempo de descanso, practicar deportes o pasatiempos y finalmente, requerimos de nuestra familia y amigos. Estas necesidades son humanas y nunca debemos avergonzarnos de admitir que las experimentamos.

Se tomó de Los Problemas del Liderazgo Cristiano. ©1990 Ediciones Certeza ABUA. Se usa con permiso. © Copyright Apuntes Pastorales XXIV-4, todos los derechos reservados.

Oraciones que no son



ORACIONES QUE NO SON  

Siempre existe el peligro de que nuestras oraciones las desenfoquemos de Dios y las dirijamos a nosotros

Texto Bíblico base: Lucas 18.11-12

Nuestra primera reacción a esta escena es fácilmente previsible. Sentimos inmediata indignación por la hipocresía del fariseo. ¿Cómo es posible que un hombre —nos preguntamos— sea tan ciego y orgulloso que se haya atrevido a elevar a Dios semejante monumento a la vanidad? Seguros de que nunca hemos elevado a los cielos una oración tan grosera como la del fariseo, desecharlo no demanda de nosotros más que unos instantes de reflexión. Avanzamos en nuestra lectura y nos encontramos con el publicano. El contraste es demasiado abrumador que la conclusión no es más que un trámite. ¿Quién de nosotros no sabe que la del publicano es la postura aceptable delante de Dios?

Un momento. ¡No avance usted tan rápido! Pasó por alto un frase que es profundamente inquietante, el evangelista dice que el líder religioso, poniéndose en pie, «oraba consigo mismo». La Nueva Versión Internacional traduce este versículo así: «El fariseo se puso a orar consigo mismo.»

Olvídese por un instante de lo obviamente egocéntrico que son las frases de este hombre, y medite en esta realidad: hay oraciones que no están dirigidas a Dios, sino a uno mismo. ¿No le hace temblar? Sabiendo que nuestro corazón nos engaña permanentemente, no podemos descartar con facilidad que este sea nuestro caso.

El ejercicio de la oración padece de una característica que la hace propensa a esta debilidad. Cuando oramos, nuestro diálogo con él no contiene Su voz audible que nos corrige y encamina nuestras oraciones hacia cosas más espirituales. Solamente nosotros nos oímos. Por eso debemos prestar atención al susurro del Espíritu que le da testimonio a nuestro espíritu acerca de lo acertado o no de nuestra espiritualidad. No obstante, ¡qué fácil es errar el camino!

Esta cuestión no es de fácil resolución, de modo que hacemos bien al estar en permanente guardia contra este peligro. Permanecer conscientes de que muchas de nuestras oraciones puden estar dirigidas más hacia nosotros mismos que a Dios, ya es un avance importante. Como mínimo, debemos proceder con mucha cautela.

Quisiera agregar dos observaciones más. En primer lugar, hay mucho peligro en el exceso de palabras. El autor de Eclesiastés nos recomienda: «Cuando fueres a la casa de Dios, guarda tu pie; y acércate más para oír que para ofrecer el sacrificio de los necios; porque no saben que hacen mal. No te des prisa con tu boca, ni tu corazón se apresure a proferir palabra delante de Dios.» (5.1 y 2) Y en segundo lugar, es muy fácil que nuestras oraciones estén enteramente ocupadas con nosotros mismos: mis deseos, mis pedidos, mis necesidades, mis planes, mis confesiones. Cuando usted ve que la palabra «yo» o la palabra «mi» pasa con mucha frecuencia por sus labios, empiece a preocuparse.

Para pensar:
¿Alguna vez se ha dado a la tarea de analizar sus oraciones? ¿Qué tan genuinas son? ¿Cuánta palabrería innecesaria las acompañan? ¿Dónde necesita hacer modificaciones para que no acabe «orando consigo mismo»?

Autor: Christopher Shaw.

lunes, 17 de noviembre de 2008

ESPIRITU SANTO 2DA PARTE



ESPIRITU SANTO  2DA PARTE



Título: La promesa del Espíritu Santo

Trasfondo Bíblico: Joel 2:28-32; Hechos 2:1-39
Verdad Central: El Don del Espíritu Santo es una promesa para cada creyente (Hechos 2:38).
Texto Áureo: Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare (Hechos 2:39).

Bosquejo:
I. Se da la promesa
A. El derramamiento viene después de la restauración
B. La promesa del gran derramamiento
II. Cumplimento de la promesa
A. El discurso inspirado de Pedro
B. Estos no están ebrios
C. Profecía de Joel
III. La promesa es para todos
A. El poder de la palabra profética
B. Un llamado al arrepentimiento
C. La promesa del cumplimiento sigue en pie

Objetivos:
1. Examinar la conexión entre la profecía de Joel y los eventos del día de Pentecostés.
2. Desear el don del Espíritu Santo como una fuente continua de poder espiritual.
Introducción
El derramamiento del Espíritu Santo en el día de Pentecostés fue algo nuevo en el trato de Dios con su pueblo. En la época del Antiguo Testamento Dios llenó a varias personas con su Espíritu. Bezaleel y Aholiab, por ejemplo, fueron llenos para hacer un trabajo más excelente en el tabernáculo y enseñar a otros también (Éxodo 31:2,3; 35:30-35). Más tarde. Moisés reconoció que el Espíritu Santo debía ser parte de la experiencia normal del pueblo de Dios (Números 11:29), pero ese nunca fue el caso durante la época del Antiguo Testamento. Joel profetizó que Dios derramaría su Espíritu, no sólo sobre algunos, sino "sobre toda carne." Los límites del Antiguo Testamento se quitarían y la experiencia sería para todos. El cumplimiento de la profecía de Joel empezó en el día de Pentecostés y continuara hasta que Jesús regrese.

Comentario Bíblico

I. Se da la promesa (Joel 2:28-32)

A. El derramamiento viene después de la restauración
Joel. el gran profeta de Pentecostés probablemente vivió en Jerusalén durante la infancia del rey Joás cuando Joiada el sacerdote tenía el control del gobierno. El profetizó un maravilloso derramamiento del Espíritu de Dios "después".
Pregunta: ¿Qué quería decir Joel con "después"?
La primera parte del libro de Joel hace un llamado al arrepentimiento (1:14; 2:12-17). Después del arrepentimiento, Dios promete la restauración (2:25). Así que, "después" puede significar después del arrepentimiento y la restauración.
Sin embargo, "después" toma un nuevo significado en vista de toda la profecía bíblica. La restauración que hace posible la venida del Espíritu Santo debe ser la comunión con Dios por medio del sacrificio de Cristo en la cruz. La experiencia del Calvario tuvo que preceder a Pentecostés.
Muchos eruditos de la Biblia ven un indicio de esto en Joel 2:23. Para los judíos de la antigüedad la última parte de ese versículo significaba: "Porque Dios te dará el Maestro para justicia y hará que caiga lluvia sobre ti, lluvia temprana, y lluvia tardía antes que nada." De esto podemos ver que "después" hace que el fluir sobre abundante del Espíritu sea un don que viene después del don del Maestro de justicia, esto es, el Mesías, el Cristo.

B. La promesa del gran derramamiento

El derramamiento del Espíritu de Dios fue prometido para "toda carne", es decir, "toda la humanidad".
Otra característica importante de este derramamiento profetizado es que rompería todas las barreras y restricciones sociales.
"Toda carne" no tendría límites de edad ni sexo; los hijos y las hijas profetizarían. Los ancianos tendrían sueños profeticos y los jóvenes verían visiones proféticas. Es más, el Espíritu Santo sería derramado en abundancia sobre los esclavos. Esto era algo nuevo. Grandes multitudes de esclavos existían en los tiempos antiguos y no tenían derechos. Los judíos de entonces no podían creerlo. Su interpretación era "los siervos de Dios" no "esclavos". Los fariseos odiaban a la gente común de Israel, y aun más a los esclavos (Juan 7:49).
Dios es un Dios bueno. Su propósito siempre ha sido bendecir a todos (Génesis 12:3; 22:18; Juan 3:16). Así que, Joel aclaró que el derramamiento del Espíritu es para todos: judíos y gentiles, ricos y pobres, jóvenes y ancianos, educados y analfabetos, sin tener en cuenta el sexo, la raza, el color ni el origen nacional.
Aquí el hebreo usa una forma del verbo "derramar" que indica que el derramamiento es una acción progresiva o repetida. No debía ser un evento de una sola vez, pues una vez que ocurriera continuaría de generación en generación. Aunque algunos lo rechazaban, todavía sería accesible. Dios no deja de derramar su Espíritu sobre los que creen y lo reciben. Cada cristiano puede creer y recibirlo hoy.

II. Cumplimiento de la promesa (Hechos 2:14-21)

A. El discurso inspirado de Pedro
En el día de Pentecostés estaban todos unánimes juntos cuando de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba. El viento era un símbolo del Espíritu en el Antiguo Testamento, y el sonido de ese viento indicaba poder. Debe haberles recordado la promesa de poder que Jesús les dio en Hechos 1:8 para que fueran testigos. Luego vino algo que parecía una gran llama sobre todo el grupo que se dispersó y se repartió como llamitas de fuego que reposaron sobre la cabeza de cada uno de los ciento veinte. En el Antiguo Testamento, el fuego del cielo sobre el sacrificio indicaba que Dios aceptaba el tabernáculo, y después el templo de Salomón.
Ahora los creyentes eran sacrificios vivos y tanto en grupo como individualmente eran templos listos para ser llenos del Espíritu Santo.
Pregunta: ¿Qué evidencia hubo de que los ciento veinte fueran bautizados en el Espíritu Santo?
No tenían que esperar más. Estaban todos llenos con el Espíritu Santo, y la evidencia era que hablaban en otras lenguas (idiomas) según el Espíritu les daba que hablasen. Al principio, muchos entendieron que alababan a Dios en esos idiomas, pero cuando se reunió la multitud, muchos no entendieron y se burlaron de ellos, diciendo que estaban llenos de vino nuevo (vino especialmente embriagante hecho de una clase de uva muy dulce).
Por fin, los doce discípulos se pusieron de pie, y Pedro comenzó su discurso inspirado. La palabra griega quiere decir "pronunció" y viene del mismo verbo que se usa en Hechos 2:4 acerca del Espíritu que dio a los ciento veinte la capacidad de hablar otros idiomas. Así que, lo que Pedro dijo no puede llamarse sermón. El no se sentó para preparar un bosquejo de tres puntos, sino que se puso de pie y presentó una manifestación del don de profecía del Espíritu Santo, en un lenguaje que todos entendían. Habló a la gente para edificarlos y exhortarlos (1 Corintios 14:3; Hechos 2:40).
B. Estos no están ebrios
El sonido de las lenguas atrajo a la multitud que estaba confusa. Aun los que entendían el significado de las palabras en sus propios idiomas no parecían entender el propósito. No debemos suponer, sin embargo, que su experiencia manifestaba el delirio que caracterizaba las celebraciones paganas. Tampoco estaban hablando en éxtasis. Los ciento veinte estaban en control de todas sus facultades. Sabían lo que hacían y estaban llenos de gozo.
Tan pronto como los apóstoles se pusieron de pie, todos los ciento veinte tuvieron que dejar de hablar para poder oír a Pedro. Eso demostró, además que estaban en control de sus facultades. Pedro dijo que no era lógico que la multitud supusiera que los ciento veinte estaban ebrios, puesto sólo eran las nueve de la mañana. Ningún judío en aquellos días se embriagaba tan temprano por la mañana, especialmente porque era la hora de la oración.
C. Profecía de Joel
Pregunta: ¿Fue cumplida la profecía de Joel en ese momento?
Pedro, hablando todavía con el don de profecía del Espíritu Santo, continuó su declaración de que lo que la gente veía y oía cumplía la profecía de Joel. La multitud vio y oyó a los hijos y las hijas de Israel profetizando, llenos del Espíritu, y hablando bajo su unción. De esto deducimos también que el hablar en lenguas que se entendían se consideró equivalente a la profecía.
Aunque Pedro relacionó esos eventos con la profecía de Joel, se sabe que lo que ocurrió en esa ocasión fue sólo el comienzo. No toda la profecía de Joel que citó se cumplió en ese momento. Los ciento veinte no tuvieron sueños a las nueve de la mañana. Tampoco es probable que hubiera esclavos entre los ciento veinte. Sin embargo, Pedro indicó que el resto vendría después, inclusive las señales y los juicios que Joel profetizó.
Como se mencionó antes, Pedro indicó que el día de Pentecostés era sólo el principio, por su interpretación inspirada por el Espíritu de la palabra "después" en Joel 2:28.
Pregunta: ¿Cuándo empezaron los "últimos días"?
Pedro mostró que eso significa "en los postreros días. En verdad, los "postreros días" empezaron cuando Jesús ascendió al cielo (Hechos 3:19-21). La expresión "los postreros días" en la Biblia significa el último tiempo antes de la restauración de Israel y el reino milenial de Cristo sobre la tierra.
No habrá otra era antes de la del reino. Así que, toda la era de la Iglesia es "los postreros días", y es la del derramamiento del Espíritu Santo sobre toda carne. Pedro también vio que pueden haber tiempos de refrigerio y avivamiento en toda esta era, hasta el tiempo cuando Jesús regrese (como se demuestra en el original griego de Hechos 3:19).

III. La Promesa es para todos (Hechos 2:37-39)

A. El poder de la palabra profética
El mensaje profetice por los labios de Pedro fue un poderoso testimonio de Jesús. Dios lo había aprobado para el beneficio de la gente por medio de poderosos milagros, maravillas y señales. Jesús fue clavado y muerto en una cruz, pero Dios lo levantó en cumplimiento de Salmo 16:8-11 y del pacto que Dios hizo con David (2 Samuel 7:11-16; Salmos 89:3,4; 132:11,12). Como Jesús es el prometido Rey mesiánico, no fue abandonado en el Hades, ni su carne vio corrupción. Pedro y los ciento veinte fueron testigos de su resurrección. Además, Dios había exaltado a Jesús a un puesto alto de poder y autoridad a su diestra. Jesús había recibido la promesa del Espíritu Santo que luego derramó sobre los ciento veinte, como la multitud acababa de ver y oír.
Pregunta: ¿Sobre quién estaba centrado el mensaje que el Espíritu Santo dio por medio de Pedro?
La conclusión de la palabra profética llamó la atención al hecho que Dios había convertido a Jesús en Señor y Cristo. La respuesta fue inmediata. La multitud ya no decía: "¿Qué significa esto?" Más bien, exclamaban: "¿Qué haremos?" Como indica 1 Corintios 14:24,25, a causa del don de profecía se sintieron convencidos y compungidos de corazón, y reconocieron que Dios estaba presente entre los ciento veinte.
B. Un llamado al arrepentimiento
El llamado de Pedro al arrepentimiento era para que ellos cambiaran de parecer y actitud al aceptar la voluntad de Dios revelada en Cristo.
Pregunta: ¿Qué quiere decir "arrepentíos"?
(Según la Biblia dice en Romanos 12:1,2, eso significaba la renovación de la mente con un cambio de actitud hacia el pecado, ellos mismos y Dios).
Entonces podrían mostrar su arrepentimiento, su cambio de corazón y mente al ser bautizados en el nombre de Jesucristo. En griego significa "sobre el nombre", o "sobre la autoridad" de Jesús. La Biblia no explica más porque el mandato de Jesús (Mateo 28:19) deja claro que el bautismo en agua era en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Pregunta: ¿Cuál es el significado del bautismo en agua?
Su bautismo sería una declaración de identificación con Jesús en su muerte y resurrección (Romanos 6:3) Entonces sería un testimonio de que la persona había creído y recibido la remisión y el perdón de sus pecados. "Para remisión y perdón de pecados" es semejante a la expresión "para arrepentimiento", que usó Juan el Bautista al hablar de su bautismo. El contexto muestra que el original griego traducido "para" significa "a causa de". El bautismo de Juan no producía arrepentimiento. El bautizaba a las personas que se arrepentían. El bautismo en agua no produce el perdón de pecados. Es un testimonio de que el bautizado ha creído y la sangre de Cristo lo ha limpiado.
Además del perdón de pecados también recibirían la promesa del Espíritu Santo, el mismo don que los ciento veinte recibieron en Hechos 2:4, al cual Jesús se refería como (1) la promesa del Padre y (2) el bautismo en el Espíritu Santo (Hechos 1:4,5).
Pregunta: ¿Qué se requiere para que las personas reciban la promesa del Espíritu Santo?
"Recibir" aquí es tomar algo en fe, porque todos los dones de Dios son por gracia por medio de la fe.
C. La promesa del cumplimiento sigue en pie
Pedro aclaró que la promesa del Espíritu Santo no era sólo para los apóstoles ni los ciento veinte. Seguiría accesible a ellos, sus hijos (inclusive sus descendientes) y todos los que estaban lejos, a los que el Señor llamara. ¡Ese llamado se sigue proclamando!
Pregunta: ¿Quiénes son los que "están lejos"?
El llamado no puede limitarse a los judíos. En el Antiguo Testamento se profetizó que Dios habla de paz a los que están lejos (Isaías 57:19). Efesios 2:17 aplica esto a la predicación del evangelio a los gentiles. Así que, los gentiles están incluidos en los que estaban "lejos". La promesa de Dios a Abraham, repetida cinco veces en Génesis, fue que por medio de él y su simiente todas las familias (en todas las naciones) de la tierra serian bendecidas. La simiente de Abraham por medio de quien viene esta bendición es Jesús (Calatas 3:16). Cristo murió en la cruz por nosotros "para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzara a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu Santo" (Galatas 3:14).
Jesús también dio la gran comisión de predicar las buenas nuevas a todas las naciones hasta lo último de la tierra (Mateo 28:19; Hechos 1:8). Así que, mientras el evangelio se predica y Dios llama a la gente a la salvación, el bautismo en el Espíritu Santo según Hechos 2:4 aún está disponible. El creyente que acepta la responsabilidad de alcanzar a los perdidos con la verdad del evangelio también debe reconocer la necesidad de hacerlo en el poder (el Don) del Espíritu Santo. El don del Espíritu Santo es necesario para cumplir con la gran comisión de predicar el evangelio a toda criatura.

Aplicación

El Espíritu Santo vino el día de Pentecostés a los creyentes que ya tenían una relación con Dios por medio de Cristo. La muerte de Jesús en la cruz puso en efecto el nuevo pacto (Hebreos 9:15-17). Así que, los ciento veinte ya eran del nuevo pacto, la Iglesia, que había recibido la comisión por medio de Cristo resucitado. El día de Pentecostés la Iglesia recibió el poder e hizo que los testigos empezaran a propagar el evangelio para crecimiento.
Jesús no quería que sus seguidores empezaran la obra hasta que recibieran el poder. Se necesitaron la señal de hablar en lenguas y la manifestación de los dones del Espíritu de profecía y exhortación para que los tres mil fueran salvos el día de Pentecostés. Dios todavía quiere que su obra se haga por medio del poder y los dones del Espíritu Santo.
Todos los creyentes lo necesitan. Todas las congregaciones deben tener el poder (dones) del Espíritu Santo.


- Robinson Guzmán T. No.103 240507 España E-Mail.: jesucristoreyporsiempre@gmail.com